En el transcurrir de nuestras vidas nuestro corazón recibe una serie de cosas que lo lastiman.
Quizás una palabra que escuchaste, una actitud que recibiste, una vivencia anterior que te marco, y muchas cosas más. Esto provoca que no le demos la oportunidad a nadie de acercarse a nosotros, pero lo más preocupante, es que no le damos la oportunidad a Dios de sanarlo, llenándolo con su amor.
A veces nos acostumbramos a estar heridos, a sentir dolor. Sonará contradictorio pero así está ocurriendo.
Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué moriréis, casa de Israel? (Ezequiel 18:31).
Dios quiere regalarnos un corazón nuevo, un corazón restaurado por su mano. Algo que el tenga la libertad de sanar y de poner amor en él.
Él está tocando tu puerta, permítele sanarte. No te quedes como estás.
Liz Lora.
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