Miércoles 10 de febrero... me levanté como cualquier otro día. Me sentía un poco mal; el cuerpo cortado, resfriado, dolor de garganta. Salí de bañarme, y me recosté en mi cama de nuevo. No sabía si avisar que no iría a trabajar o irme así con ese malestar.
Decidí cambiarme rápidamente... Una vez listo, salí de mi casa. Mientras caminaba por la avenida principal, me preguntaba a mi mismo si debía irme en taxi o en autobús; tome la decisión de irme en autobús. Como iba cargando dos mochilas llena de libros, deje pasar un autobús que iba muy lleno; detrás de venía otro autobús con menos personas.
Me subo al autobús, pago mi pasaje, tomo un asiento a lado del pasillo. Seguía sintiéndome mal... pero ya iba camino a mi trabajo. Solo quería que el día pasara rápido. Veo que se suben cuatro personas, y como cualquier usuario pagan su pasaje.
De pronto uno de los cuatro tipos grita fuertemente con palabras altisonantes que no hiciéramos nada porque nos va a ir mal. El hombre que grito, se quedo parado con el chofer del autobús con una pistola en mano y los otros tres con cuchillos. Los cuatro hombres comenzaron a gritar y a amenazarnos con hacernos daño si no entregábamos nuestras pertenencias.
Celulares y carteras... es lo que pedían con insultos. Me quedé paralizado, pensé que estaba soñando y que no era posible que eso me estuviera pasando a mí.
En mi mente pasaban muchas cosas... una de ellas, era que en estas situaciones no debemos poner resistencia. Se me acerca un tipo y me quita mi celular, si no se daban cuenta no entregaría la cartera, ya que se les veía desesperados.
Me moví al asiento de lado de la ventana. Seguía sin creer lo que estaba pasando.
Se me acerca otro de los cuatro, me empieza a tocar las bolsas del pantalón y me quita la cartera.
Que se vayan por favor, que se vayan y que no nos hagan nada... Era lo único que podía pensar. El tiempo parecía ir más lento de lo normal. Veía a uno de los cuatro con un cuchillo largo y oxidado, su mano lo sostenía de una forma en la que parecía querer lastimar a uno de nosotros.
Apretaba los dientes, esperando que ese momento terminara.
Una vez que obtuvieron lo que querían, se bajaron del autobús... el chofer avanzó lo más rápido que pudo y se detuvo en un lugar más adelante. No sabía que hacer, si regresaba a mi casa, tenía miedo de volver a ver a esos cuatro tipos.
Como pude, llegué al colegio donde trabajo, y sin poder contenerme más, comencé a temblar demasiado. Había estado en shock hasta que comprendí lo que me paso.
Cuando llegué a mi casa, le di gracias a Dios por que no nos pasó nada. Lo único que perdimos fue algo material y que podemos recuperar.
Orando a Dios, él habló a mi vida y me enseñó muchísimas cosas que les iré compartiendo más adelante.
Por ejemplo... Darle a Dios el primer lugar y sobre el diezmo. Sobre la Sangre de Cristo. Y sobre los beneficios de ser amigos de Dios.
La Principal enseñanza que tuve fue, que en el preciso momento en el que me moví de asiento mientras estaban estos cuatro hombres en el autobús, fue porque Dios me hizo moverme para el ocupar ese lugar, para protegerme de las intenciones que llevaban esos hombres de lastimar a alguien.
Desde ese día, he podido ver el Amor de Dios manifestarse en mi, en todas las áreas. En todo momento di gracias a Dios porque, sé que esto que pasé, fue con un propósito y vaya que he estado aprendiendo muchísimo. Si quieres saber más de lo que Dios me enseño, no te pierdas los siguientes posts...
Por lo pronto es todo, así que nos leemos después.
MIL BENDICIONES A TODOS
2 comentarios
Gracias a Dios que todo salio bien y no hubo heridos Jesucristo vencedor gracias por proteger mi hermano
ResponderBorrarGloria a Dios porque aunque somos infieles, el permanece fiel y nos protege!!! :D Saludos Lourdes!!! BENDICIONES para tu vida!!!
BorrarNo te vayas sin dejarme tus comentarios. Quiero saber más de ti.