El Pecado, Una Barrera
agosto 04, 2014
“Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”
(Romanos 6:23).
Muchas veces las personas no quieren entender lo que realmente es el pecado. Algunas personas llaman al pecado, religión en lugar de idolatría; otros lo llaman diversión o fiesta en lugar de borracheras; algunos más dicen preferencias sexuales en lugar de homosexualidad; las personas siempre llaman al pecado de otra manera para poder sentir que lo que hacen no es malo.
Para Dios, el pecado es pecado y ningún hombre en el mundo podrá cambiarlo. La Biblia claramente dice: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20).
Esto es pecado
La palabra pecado en el tiro con arco, se refiere a no dar al blanco. Para Dios el pecado es algo desagradable, es no hacer lo bueno (no darle al blanco). El pecado es algo horrible ante los ojos de Dios, pero el diablo lo disfraza de algo agradable ante nuestros ojos; si pudiéramos detenernos y ver como Dios ve, nos daríamos cuenta de qué tan horrible es el pecado y cuáles son sus consecuencias.
“Todos lo hacen”
Cuando hablamos del pecado, lo primero que las personas dicen es: “eso es algo normal”, “todos lo hacen”, “tengo que disfrutar de la vida”. El mundo quiere hacerte creer que es normal hacer lo malo, pero ¿realmente es lo que quiere Dios? Si Dios nos dice que no hagamos algo, es porque conoce cuales son las consecuencias por ese acto.
La gente se burla de los hijos de Dios por no seguir las corrientes de este mundo. Es mejor andar de una forma agradable ante Dios que seguir el consejo de los pecadores (Salmo 1).
El pecado trae separación
“Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”(Proverbios 14:12). Todo pecado, sea chico o grande (según los hombres) la consecuencia es la muerte. Muerte significa separación, por lo tanto cuando pecamos se crea una barrera invisible que produce dicha separación.
Dios no desea esa separación entre él y el hombre, Dios por eso envió a Cristo para resolver ese problema del pecado.
Todo empieza en el corazón
Aunque podemos decir que el pecado entro por Adán y Eva, no podemos culparlos del todo. Nosotros somos responsables de nuestros actos y no podemos decir que pecamos por culpa de otros. “…cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14-15).
Somos tentados por nuestros propios deseos, no porque otros nos inciten a hacer algo malo. Cuando hacemos caso a esos deseos, se dice que hemos pecado y el pecado como ya lo vimos produce separación.
Todo empieza en el corazón, Jesús mismo dijo: “…lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:18-19). Por eso debemos examinarnos constantemente a la luz de la Palabra de Dios, para saber si estamos haciendo lo que no le agrada a Dios o si estamos dejando de hacer lo que es bueno.
El pecado lastima
Un día iba en el autobús camino hacia mi casa, y un señor se sentó a mi lado. Yo iba pensando y platicando con Dios. De pronto escuché en mi mente que Dios me dijo: “voltea a ver a ese hombre”. Cuando voltee a verlo, el hombre se estaba cortando las uñas de sus manos; vi que se corto la uña del su dedo pulgar, tanto que empezó a sangrarle el dedo, pero no se detuvo, siguió cortándose las uñas. Dios me dijo: “Así es la gente, a pesar de que saben que se lastiman, continúan haciendo lo mismo.” La gente peca, y el pecado lastima, pero a pesar de lastimarse continúan con sus malos hábitos. Lo peor de todo, es que en algunos casos lastimamos aún a los que nos rodean.
Cómo salir del pecado
Hay una historia que marcó mi vida, la historia de Naamán registrada en 2 Reyes 5. Este hombre era valeroso en extremo y de alta estima ante la sociedad, hombre fuerte que llevó a Siria de victoria en victoria, pero tenía un problema, era leproso.
Este hombre tuvo que reconocer su problema y buscar ayuda. El tuvo que buscar la ayuda de Dios y descubrirse ante él, quitar toda apariencia y reconocer su debilidad; solo así pudo obtener su sanidad. El pecado es un lepra espiritual que solo Dios puede sanar, pero debemos reconocer que necesitamos su ayuda.
Reconocer es un buen paso, pero no basta con reconocer que hemos pecado, debemos confesarlo a Dios, la segunda parte de Proverbios 28:13 dice: “mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia”. La confesión es muy importante, “Si confesamos nuestros pecados, él (Dios) es fiel y justo para perdonar nuestro pecados, y limpiarlos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Para alcanzar la misericordia y el perdón de Dios debemos pedir perdón a Dios y apartarnos de aquello que nos pueda llevar a pecar de nuevo, apartarme del pecado, renunciar a él y apartarme para Dios.
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