"Acuérdate de los tiempos pasados; trae a la memoria los años ya idos. Pregúntale a tu padre, y te lo dirá; y a tus ancianos, y te contarán." (Deuteronomio 32:7 RVC).
¡Acuérdate!
Acuérdate el día que conociste al Señor. ¿Cómo era tu vida antes? ¿en qué condiciones te encontrabas? ¿recuerdas esa sensación de vacío en tu vida? ¿Recuerdas cómo sin importar lo que hicieras, no encontrabas la salida?
Acuérdate como sentiste que había una luz al final del camino cuando alguien vino a hablarte de Jesús. Volviste a tener la esperanza de que algo bueno por fin llegaría a tu vida.
Acuérdate de aquel día, ese día donde todo cambió. Al principio tal vez te rehusabas, no querías reconocer que necesitabas la ayuda de Dios. Muchas veces te invitaron a una célula, a una iglesia, a un grupo de oración.
Acuérdate como algo te impulso a aceptar esa invitación. No sabías por qué, pero estabas ahí.
Acuérdate de como al escuchar la Palabra de Dios, sentías que quien compartía parecía que te conocía y que sabía todo acerca de ti. Hasta llegaste a pensar que alguien le había hablado de ti.
Acuérdate como al hacer aquella oración de entrega pudiste sentir dentro de tu ser que algo estaba pasando. Las lágrimas corrían por tus mejillas, no podías explicar lo que pasaba, solo podías decir: "Señor Jesús, te necesito en mi vida", "perdona mis pecados", "Se mi Señor y Salvador, Jesús".
Acuérdate cuando por primera vez pudiste sentir la presencia de Dios en tu vida, tan fuerte que caíste de rodillas, clamaste por el perdón y la salvación. El Espíritu Santo estaba ahí convenciéndote de pecado, estaba ahí restaurando tu corazón.
Acuérdate como Dios te abrazaba con tanto amor, porque eras como aquél hijo pródigo que se había pero estaba de vuelta en los brazos de su Padre Amoroso.
¿Te acuerdas?... como el amor de Dios vino a transformar el panorama de tu vida. Comenzaste a ver la vida diferente, ahora sabías que tenías un propósito y que a través de la oración y la Biblia podías seguir teniendo una relación con tu Padre Celestial.
Acuérdate que siempre querías estar orando, leyendo la Biblia, ayunando, predicando... que todos se enteraran de lo que Dios había hecho en ti. Él te liberó, te sanó, te restauró, salvo tu matrimonio, hizo un gran milagro en ti. Te resucitó cuando estabas muerto o muerta en vida.
Acuérdate el gozo que sentías cuando Dios te usaba y podías ver cómo eras un instrumento para llevar a otros a los pies de Cristo. No querías callar, el fuego de Dios en tu corazón te hacía hablar.
Acuérdate como alababas y adorabas a Dios con toda tu fuerza, querías dejar todo por Él y para los propósitos de Él. Le decías: "Heme aquí, envíame a mí".
Acuérdate que aunque muchos te criticaron, nunca te avergonzaste de decir: "Yo soy hijo de Dios". Aunque te llamaran "el aleluya", "el cristianito" o "la hermanita". Para ti era un orgullo que conocieran que eras diferente.
Acuérdate cuando comenzaste a servir en tu Iglesia y te ponían de ejemplo con los demás. Tu testimonio era ejemplo de fe.
Acuérdate como veías a Dios obrar cuando orabas e intercedías por los demás. Veías y experimentabas el poder de Dios de una manera muy palpable en ti y en los demás.
Pero un día... Olvidaste todo eso. Creíste que ya todo había terminado. Sentiste que Dios se apartó de ti. Tal vez cometiste algún error y caíste. Sentías que nadie estaba para ti en ese momento y te fuiste. Dejaste el camino... volviste atrás.
Hoy te escribo para decirte que Dios nunca se olvidó de ti... Él te recuerda, sabe quién eres. Él te llamó por tu nombre. Desde antes que nacieras, él ya te había conocido y tus ojos lo vieron cuando a penas eras un embrión.
¿Sabes?... el te sigue amando, y nunca te ha dejado. Solo está esperando que RECUERDES.
ACUÉRDATE, hermano mío, hermana mía.
Nuestro Padre te esta llamando nuevamente... Nuestro Padre Celestial esta con los brazos abiertos.
ACUÉRDATE!!! RECUERDA TODO LO QUE YA HIZO POR TI!!!
El enemigo te ha querido tener cegado, derrotado, humillado... per hoy CRISTO VIENE Y TE TOMA DE LA MANO.
HOY DIOS TE SACA DEL POZO DE LA DESESPERACIÓN Y DEL LODO CENAGOSO.
Ora ahí donde estás... habla con Dios y dile: "Aquí estoy".
Dios te levantará, no dejará que el enemigo te siga avergonzando. Dios quiere seguir haciendo la obra en ti. No te dejará ni te desamparará.
En el nombre de Jesús, su Palabra en ti se cumplirá.
Acuérdate de cada Palabra que él te dio. Acuérdate de cada promesa y agárrate de ahí, no te sueltes. Aférrate a Dios, a su presencia, a su Palabra.
ACUÉRDATE que Dios seguirá siendo tu Dios, y tu seguirás siendo su hijo, su hija.
MIL BENDICIONES PARA TU VIDA.